sábado, 10 de enero de 2009

Liverpool vs Milan El Milagro de Estambul.

El 25 de mayo de 2005, Liverpool y Milan peleaban por un trono que muchos ya daban por adjudicado al término de los primeros 45 minutos. Sin embargo, la magia del fútbol se adueñó del Liverpool, que consiguió remontar tres goles en una final inolvidable que significó la quinta Champions para los ingleses, la primera de Rafa Benítez como técnico del Spanish Liverpool.

El encuentro, disputado en el Ataturk de Estambul ante 80.597 espectadores, tuvo un inicio eléctrico. Tanto, que cuando prácticamente la afición todavía se estaba poniendo cómoda en sus localidades, el veterano, la leyenda italiana de nombre Paolo y de apellido Maldini empalmaba un balón servido por Pirlo a 50 segundos del inicio y dejaba helado al Liverpool. La primera parte fue de claro dominio milanista, con un brillante Kaká que congeniaba a las mil maravillas con la dupla de ataque Shevchenko-Crespo. Un pase del brasileño sobre el ucraniano acabó con el remate del argentino a gol (39’). La empanada de los reds era tal que otra vez el ‘22’ regalaba una precisa asistencia a Valdanito para que culminara de forma perfecta ante Dudek justo antes del descanso (44’). Finalizaba el primer tiempo con el equipo de Benítez desquiciado.
El entrenador español reestructuró el equipo y le salió redondo. Si dar la vuelta a un 3-0 ya es complicado, hacerlo contra un equipo italiano, donde destaca el famoso catenaccio, y hacerlo ante un Milan plagado de estrellas, tiene más mérito aun. Por eso, en la ciudad de Los Beatles, nadie tiraba la toalla. No lo solían hacer en Anfield, y la marea roja que pintaba el coliseo turco no dejaba de animar a sabiendas que el reto, en caso de lo lograrlo, sería equiparable a tocar el cielo con los dedos.

Steven Gerrard inicio el camino de la remontada con un testarazo a centro de Riise cuando apenas se habían disputado diez minutos de la segunda parte. Su tanto, su rabia en la celebración, contagió a sus compañeros. Tanto, que dos minutos más tarde (56’), Smicer que había entrado por Kewell, rompía la maraña rossonera para clavar en la portería de Dida el 2-3. Smicer, desde el borde del área, alimentaba las esperanzas del Liverpool, que veía cada vez más cerca la hazaña. Gerrard, capitán del barco de sueños red, fue derribado por Gattuso dentro del área y Dida le detuvo el penalti a Xabi Alonso. Sin embargo, y como si todo estuviese calculado para elevar a límites insospechados la emoción, el despeje del portero brasileño lo aprovechó el jugador vasco para lograr la igualada y dar paso, así, a una prórroga que desembocaría en los penaltis.

En la media hora extra, el Milan apretó el acelerador pero en esas se encontró con un Dudek inspirado, que paró todo lo que no había parado hasta entonces. Shevchenko, el Balón de Oro, se tropezó con la cara del guardameta polaco cuando ya cantaba gol. Los penaltis acabaron dictando sentencia, y su juez acabaría siendo el defensor de la retaguardia británica. Dudek, logró poner nervioso a Serginho, que echó fuera el balón, a Pirlo, a quien detuvo la pena máxima, y a Shevchenko, al que acabó de enfurecer parándole el penalti decisivo, el que convertía a Dudek en el héroe de la final, el que transformaba un sueño en realidad, el que hacía a Benítez campeón de su primera Copa de Europa y al Liverpool de su quinta, y, sobre todo, el que lograba que el futbol nos volviera a mostrar su belleza y misticismo que siempre lleva implicito este deporte.

1 comentario:

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